El doloroso camino hacia la consumación de la independencia de México en 1821
A las diez de la mañana del jueves 27 de septiembre de 1821 tuvo inicio la entrada triunfal a la Ciudad de México del Ejército Trigarante encabezado por Agustín de Iturbide (1783-1824). Trescientos años antes, un 13 de agosto de 1521, caía rendida la ciudad de México-Tenochtitlan-Tlatelolco ante Hernán Cortes, sus compañeros europeos y millares de habitantes de pueblos originarios que se habían rebelado contra el dominio mexica.
Son dos fechas fundacionales de nuestra historia como mexicanos, que constituyen parte de una memoria imborrable de nuestra identidad como nación soberana e independiente. Dos fechas que, a pesar de trescientos años de distancia, se unían en un día considerado por muchos, aquel 27 de septiembre de 1821, como «uno de los días más felices que registra la historia de nuestra patria». La población de la capital de la nación que nacía a la libertad e independencia, expresó su alegría, su euforia y amor patrio adornando las calles con cortinas, banderas, flores, gallardetes, listones, con los colores trigarantes: blanco: religión, verde: independencia y rojo: unión, con el repique de campanas de todas los templos de la ciudad, mismos que continuaron hasta después de las tres de la tarde, así como los cohetes, la música, cantos y bailes en reuniones de vecinos plenos de alegría.
También estaban presentes los símbolos de la ciudad tenochca: el gentilicio «mexicano» antes utilizado sólo para los habitantes de la Ciudad de México o para los antiguos mexicas, triunfaba sobre «americanos»; el nuevo nombre de la nación ahora sería «Imperio mexicano», la bandera nacional tricolor en el centro llevaría el escudo o símbolo de la fundación de Tenochtitlan, el águila sobre un nopal. Acompañaban a Iturbide en su entrada victoriosa los señores de las dos parcialidades indígenas de Santiago y San Juan en la Ciudad de México, uno de cada lado del Primer Jefe del ejército Trigarante, en un claro simbolismo de retorno a un supuesto «Imperio Mexica o Mexicano» de 1521; supuesto, pues la idea de «Imperio» no existía en la época prehispánica.
Toda investigación histórica tiene en su inicio preguntas que el estudio de testimonios de la época y de los trabajos de autores posteriores nos ayuda a dar respuestas. En el caso de lo sucedido en 1820-1821 y el nacimiento de nuestra patria como nación soberana y libre, no hemos logrado una explicación objetiva, convincente, sin adjetivos calificativos, sin opiniones políticas, partidistas o resultado de ideologías y prejuicios. En palabras de don Luis González y González, la última etapa de nuestro proceso emancipador ha sido la menos estudiada y más distorsionada de todas.
Guadalupe Jiménez Codinach
Fomento Cultural Banamex