Bienvenidos a la flor de la cultura. Un lugar que existe en las aulas de la Universidad Pontificia de México, una de las más antiguas e importantes de Latinoamérica. Me refiero al curso Español para extranjeros, el cual ofrece un entorno para desarrollar las cuatro habilidades comunicativas, además de una inmersión para involucrar al aspirante en la competencia cultural del español.
Así pues, recordemos aquel 6 de junio cuando iniciamos el viaje de la transformación en un salón de clases, escenario perfecto para la convivencia intercultural, donde descubrí que algunas veces “soy como tú” porque generamos confianza en la dinámica de presentación, abrimos la ventana con empatía y nos asomamos para reconocer la similitud humana en el otro.
Como maestra, pude verificar que las clases siembran en los estudiantes un sentido de pertenencia y confianza para interactuar, pues comprobé que el aula es más armoniosa con la participación de alumnos felices, identificados con un nuevo amigo o con su maestro.
Sin duda, México puede ser mágico en muchos sentidos: celebramos a los cumpleañeros de junio con pastel, cantando “Las mañanitas” a la mexicana, visitamos el mercado tradicional en búsqueda de la rosa, la sandía y el nopal. Recorrimos la plaza principal de la Alcaldía Tlalpan para buscar la campana, la bandera y el músico. Entramos a la iglesia de San Agustín de las Cuevas para admirar su arquitectura e instalaciones aún vigentes.
Vale la pena destacar que nuestro plan de estudios está diseñado para desdoblar el pensamiento crítico de los seminaristas en formación, ya que fomenta la solución de tareas en equipo, pone en práctica la negociación, y el desempeño de roles para alcanzar una meta.
Durante un mes y medio absorbí una expresión de talentos y personalidades, fui aprendiz de la audacia y la espontaneidad de este grupo de norteamericanos. Tuve la oportunidad de conocer quince visiones del mundo sin salir de México.
Así mismo, aplicamos una filosofía de la enseñanza, “aprender jugando” o “aprender disfrutando”. Combinamos la gramática y la flexibilidad con la transmisión de conocimientos de manera divertida. Este curso ofreció un apoyo a los futuros sacerdotes para ampliar su vocabulario, comprender las reglas gramaticales y aplicarlas en la vida personal y religiosa.
Favorecimos la competencia comunicativa colocando a los alumnos en un papel activo, por medio de las prácticas de clase entrevistamos al personal de la universidad e hicimos compras en la panadería. Ejercitamos la lectura en voz alta, así como la vocalización y fluidez para mejorar la producción oral.
La clase de lengua extranjera promovió la comunicación en medio de la tolerancia y el respeto, dialogamos desde la diversidad, valorando las diferencias a cada momento.
Finalmente, las actividades del curso nos llevaron a repensar la práctica docente desde las distintas posibilidades de vivir y animar el espíritu de la clase. Salir de la rutina y romper con algunos esquemas de la escuela tradicional, comprendiendo que la figura del profesor se complementa con la retroalimentación del alumno y la observación de otros colegas.
Me gustaría despedirme a la manera de Aristóteles, sabiendo que “educar la mente sin educar el corazón no es educación en absoluto” así que, de manera personal felicito a la UPM y al Seminario Hispano por impulsar este convenio tan significativo que refuerza la labor docente, fortalece el trabajo en equipo y transmite una esencia de esperanza y profesionalismo en seres humanos en proceso de desarrollo comunicativo y personal.
1. Miguel de Cervantes. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha.