Hacer de la educación la privilegiada estrategia contra la desigualdad

Muy queridas amigas y amigos de la UPM

El presente mes de marzo ha iniciado con la llamada cuaresmal a que cada uno se “arrepienta y crea en el Evangelio.” Esta admonición acompaña el rito de la ceniza que nos recuerda que somos polvo y que al polvo hemos de volver. Y precisamente “ceniza” es lo que lamentablemente ha dejado el estallido del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. La violencia de esta deplorable guerra comenzada el 24 de febrero, al otro lado de nuestro Continente, parece haberse esparcido hasta nuestro país, con una mayor virulencia que la del covid-19; pero lo cierto es que los hechos fratricidas se registran en todo tiempo y en todas las latitudes.

El 27 de febrero, san José de Gracia, en Michoacán, fue el sangriento escenario de la ejecución de al menos 17 personas. Hasta ahora, no sólo la calle y el rezo funerario se han manchado de sangre; también el campo de fútbol se convirtió en un campo de batalla sanguinaria. Como sabemos 26 personas resultaron heridas, a causa de la salvaje trifulca verificada el 5 de marzo en el estadio Corregidora de Querétaro. La escalada de la violencia es el común denominador entre febrero y marzo, entre la Europa oriental y Michoacán; entre Querétaro, Zacatecas, Guanajuato, Veracruz, Acapulco y Quintana Roo, así como entre la calle, la funeraria y el campo de futbol. La violencia, cada vez más creciente, es común, global, de ayer y de hoy, galopante e indomable.

En medio de este preocupante panorama y en el marco del año jubilar de los 40 años de su reapertura, nuestra Universidad celebra, este 22 de marzo, el 15 aniversario de la fundación del Instituto Superior de Ciencias religiosas. Esta festiva memoria, en el presente contexto de violencia, actualiza nuestra vocación a hacer de la educación, la privilegiada estrategia contra la desigualdad. Es, sin duda, la injusticia la que, exacerbando el ánimo social, genera inestabilidad, vulnera la seguridad y pone en riesgo la sana convivencia internacional. Es preciso seguir educando la conciencia de que somos polvo, un momento fugaz que sólo puede perdurar y trascender, cuando en lugar de hacer del conocimiento un arma de guerra, lo “convertimos” en un instrumento para amar y servir (cf. Mc. 10, 42 -44).

Pbro. Dr. Alberto Anguiano García
Rector

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