La Pontificia Comisión Bíblica, que está vinculada a la Congregación para la Doctrina de la fe, en el quinquenio 2014-2019 dedicó su investigación al tema de la «Antropología Bíblica». Al final, el documento conclusivo, publicado en 2020, tiene por título: «¿Qué es el hombre?» (Sal 8,5) Un itinerario de antropología bíblica.
El documento tiene como base programática el relato de Gn 2-3. Al principio presenta cuatro criterios hermenéuticos que van orientando el estudio. Pero tales principios son muy útiles para todo estudio bíblico, y son ahora citados, sintetizados y comentados brevemente. Este apartado se encuentra en los párrafos 4-11 del citado documento.
1. La obediencia a la palabra de Dios
La Biblia, por ser palabra inspirada por Dios, requiere que sea escuchada con una actitud de obediencia. La escucha y la obediencia son dos conceptos íntimamente unidos. De ahí se sigue que no se debe quitar ni añadir nada a lo que ha sido revelado (cfr. Dt 4,2; 13,1; Jer 26,2; Ap 22,18-19). La interpretación misma debe ser un acto de obediencia. Esa obediencia a lo que el autor ha querido comunicar implica que se sepa distinguir entre lo que en el pasaje bíblico es parte integrante de la revelación y lo que es expresión contingente, que está vinculada a la mentalidad o las costumbres de la época histórica en la que fue escrita.
2. La totalidad de la Escritura
Para ser coherentes con el principio anterior, conviene no limitarse a una parte de la Escritura. Pero, ante la extensión y la complejidad de toda la Biblia, uno puede preguntarse si es posible presentar una antropología que tenga en cuenta todos los libros de la Biblia. La respuesta es que sí es posible presentar un proyecto de teología bíblica, que exponga en forma articulada el mensaje en cuestión. De hecho, el documento tiene en cuenta toda la Biblia bajo los siguientes apartados: Pentateuco, Profetas, Sapienciales y Salmos (para el AT), y los evangelios y la tradición de los apóstoles (para el NT).
3. El hombre en relación
El documento expresa lo siguiente (§ 10): «De la Biblia no se extrae una definición de la esencia del hombre, sino más bien una consideración articulada de su identidad como sujeto de múltiples relaciones. En otras palabras, se puede recabar lo que la Escritura revela del hombre solo si se exploran la relaciones que la creatura humana mantiene con la realidad. El documento Laudato si’ del Papa Francisco (§ 66) habla de tres relaciones fundamentales: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra. De estas relaciones brotan otras, como la relación con el tiempo, con el trabajo, con la ley, con las instituciones sociales, etc.».
4. El hombre en la historia
La Biblia va mostrando la historia de las relaciones del ser humano con Dios. El documento no adopta un modelo evolutivo (que postularía un incesante progreso), tampoco recurre a esquemas de signo opuesto (de una edad de oro a la miseria presente) o a la idea de una repetición cíclica (que supondría un continuo retorno a lo mismo). La Biblia habla más bien de una historia de alianza, una historia de salvación, ya acontecida, que se convierte asimismo en un llamado a las personas de hoy para que acepten la oferta salvífica de Dios.