A través de la investigación, la docencia y la difusión del patrimonio cristiano, humano y científico, para la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
La Universidad Pontificia de México se considera continuadora de la Real y Pontificia Universidad de México, promovida por el primer Obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, y por el primer Virrey de la Nueva España, D. Antonio de Mendoza.
En la Universidad Pontificia de México nos distinguen estos valores:
Somos una comunidad académica con facultades eclesiásticas y civiles, con una profunda convicción humanista y una decidida orientación al diálogo de la fe con la cultura, animados por el gozo de buscar la verdad que brota del Evangelio.
Desde un profundo sentido eclesial, evangelizar la cultura a través de la investigación, la docencia y la difusión del patrimonio cristiano, humano y científico, que contribuya a la configuración de una sociedad más justa y solidaria.
La UPM pretende ser un centro de educación superior de excelencia académica y profunda conexión con la realidad eclesial y social, que se distinga por:
Empleo del tiempo, del talento personal, de las fuerzas y los recursos, de un modo proporcionado al objetivo de la propia autoformación en ciencia y virtudes, bajo la convicción de que sólo con disciplina se puede conseguir todo lo que vale la pena.
Capacidad para resistir la frustración e integrarla positivamente como aprendizaje y fortaleza ante futuras adversidades
Rectitud en el personal modo de actuar para conseguir los propios fines, sin incurrir jamás en ningún tipo de engaño, ni defraudar el derecho ajeno
Empeño gustoso y dedicado para alcanzar la meta del progreso personal, comunitario y material
Orientación habitual del pensamiento hacia originales alternativas de mejora en los métodos y las prácticas del uso de los recursos, a fin de lograr beneficios integrales que no trastornan el natural y social equilibrio global de las generaciones presentes y del futuro.
Conciencia habitual sobre la hipoteca social que tiene todo aprendizaje, capacitación y conocimiento adquirido, pues se busca saber para servir (sciat ut serviat)
Valor transversal a todos los propósitos de crecimiento personal, profesional y laboral, pues no se puede aprender, ni lograr una eficaz y global transformación del entorno natural y social, sin una actitud de colaboración y una visión de beneficio común
Dar a cada quien, no lo que cada quien se merece, sino lo que cada cual necesita
Dos herramientas eficaces para la convivencia pacífica, bajo la convicción de que es imperativo respetar y no segregar a ninguna persona, en razón de su creencia, raza, cultura, condición socioeconómica, sexo u orientación sexual.
Actitud indispensable de hacer propia la necesidad ajena para integrar la comunidad humana, erradicando la indiferencia social y la cultura del descarte
Capacidad de intercambiar las razones y emociones que contribuyan a la complementación y enriquecimiento común
Fe en el valor absoluto y sagrado de la vida humana, desde su concepción hasta su muerte, especialmente en su condición de mayor vulnerabilidad, pues así lo ha revelado Dios en el misterio de Cristo
Conciencia de la catolicidad, entendida como amor por la pluralidad universal, así como de la identidad mexicana, entendida como raza cósmica, es decir como germen y convocación (ek-klesía) hispano latinoamericana de una nueva civilización universal